8/10/08

Fotografía y sociedad

El film se titula "Todos quieren a Minerva". Minerva es la estrella y tiene un elenco de sesenta y cinco co-estrellas masculinas de todos los tamaños y colores. Henry Alvarez es el director y un teatro de Mar del Plata es la locación que se utiliza para el rodaje. El escenario está todo pintado de rojo y los decorados tienen un look circense. Una cama de bronce antigua está en el centro de la escena. El telón se levanta lentamente y la música comienza a sonar - es un viejo standard del funk que popularizó Kool & The Gang en los setenta. Millones de puntitos de luz disparados por un potente reflector se reflejan sobre nosotros. Unos segundos de expectativa indican que algo esta por suceder.

Un hombre entra en la escena sosteniendo un ramo de rosas rojas. Otro hombre (negro) con bigotes y barba camina luciendo un sombrero mexicano. Un tipo alto entra hablando de futbol con otro petiso y barrigon (ninguno de estos actores usa pantalones ni calzoncillos). Un chino hace señas con una mano y con la otra se toca los genitales. Hay cámaras por todas partes; grúas y carritos que las llevan sobre rieles y técnicos que siguen sus movimientos con atención. Todos los miembros del equipo gesticulan y hablan entre ellos utilizando equipos portátiles transistorizados, con auriculares y micrófonos. El director corre por al lado del escenario y grita sus indicaciones a los actores utilizando un megáfono. Cerquita del director, algunos periodistas que pertenecen a medios especializados toman fotografías del back-stage.

Yo estoy parada en una esquina, tomando notas en un cuaderno de tapas duras, simulando ser una periodista. En ese momento se hizo un silencio y entró Minerva a la escena, utilizando una puerta giratoria de vidrios espejados. Inmediatamente bajó una escalinata de acrílico brillante (en el teatro se escuchan gritos y aplausos). La diva se pasea por el centro del escenario con su mejor sonrisa y grita:

- Hola a todos, muchas gracias por venir! - mientras levanta su brazo y saluda a la platea.

Minerva luce medias tres cuartos y unos guantes largos y rayados de algodón. Sonríe y se exhibe frente a las cámaras, que la fotografían desde todos los ángulos; ella está luminosa. Se quita rapidamente sus guantes y esa es la señal para que una muchedumbe de actores se amontone a su alrededor. Ella desaparece y reaparece entre los cuerpos de los hombres que la rodean. Minerva está concentrada en su trabajo, sus ojos claros brillan. En un instante ella me descubre y por un segundo nos miramos. En su cara veo la verdad, a pesar de todos esos tipos que la rodean, ella esta completamente sola.

Ella sabe que ese es su obsceno destino y lo acepta. Que Henry Alvarez esté rodando una película con ella como objeto de deseo es lo que menos le importa. A ella le están pagando por su trabajo en este rodaje y ella es una profesional - sabe que existen cuestiones éticas -. Yo pienso que soy mucho más parecida a Minerva de lo que imaginé. Ahora está en la cama absolutamente disponible para todos esos actores. Está en el centro de la escena (ella es la estrella y comanda el acto). Su frente suda y percibo las tensiones de su cuerpo. Ella esta ahí. No hay diálogos, ni frases, ni palabras. Solo cuerpos. Para mi, esta experiencia no es como mirar una película por nográfica: es como presenciar un show de boxeo desde el ring side del Luna Park.

Los tipos se ocupan de ella de uno en uno, de a pares, de a tres a la vez. Algunos actores se meten adentro de Minerva para buscar o encontrar lo que ellos piensan que ven en ella (y tal vez quieran llevarse un pedazo de ella). Otros se dejan llevar por un espíritu de equipo, buscando un sentido trascendente en ese acto, descubriendo que sus almas se relacionan en los limites de esta sociedad hipócrita y aqui -a su lado-, no se sienten tan solos. Algunos actores tienen otras motivaciones: quieren ser estrellas pornográficas masculinas y entonces aprovechan esta situación para demostrar lo que son y lo que tienen, sabiendo que en cualquier otra circunstancia esa mujer los despreciaría.

La escena es muy cruda y muestra todo lo que existe en el deseo de la humanidad y todo lo que se puede hacer, si es que alguien lo permite. Alvarez lo permite en este film, como también lo permite Minerva, que esta trabajando (ella además de actriz es una trabajadora, aunque muchos intelectuales de izquierda y de derecha moralistas y prejuiciosos, desprecien a los trabajadores del espectáculo por frívolos y faranduleros). En este escenario el decoro se cae a pedazos, la timidez se asesina, la ingenuidad no existe. Minerva se sonríe, se mueve y se acomoda. Ahora la cámara hace un "travelling" desde su cara hasta su ombligo y sigue para abajo, y la fachada se cae.

Qué es lo que queda registrado en la película de treinta y cinco milímetros que el director expuso a la luz de los reflectores de ese teatro? Minerva es una perra, interpreta a una perra y trabaja de perra. Es una película violenta, como cualquier ciudad (como cualquier sociedad).

La naturaleza privada del acto sexual es fundamentalmente desesperada y demuestra la subjetividad de los participantes; pero cuando se hace en forma pública, bajo una parrilla de luces de miles de watts, revela lo reducibles que son los seres humanos, nacidos para ganar dinero y educados religiosamente para morir; quienes aprovechan ese interín llamado vida para fornicar y sentirse vivos.

El ultimo actor es un negro y se monta a Minerva con vigor, destreza y plasticidad. Cuando la cabalga mira a su alrededor, como si desde esa posición ventajosa y privilegiada pudiera divisar lo que él necesita. Ahora el negro se fue. Minerva está sola, tirada en la cama de bronce. Ella es una torre en el centro del escenario y su sueño esta construido por el poder de una erección perfecta. Ella es el hombre que ve todo y que nunca es visto. Ella mira la platea y sonríe. La cámara fotografía detalles de su cara y de sus ojos. La cámara se acerca hasta casi rozar la cabeza de la actriz. Ahora el director luce distendido, le echa fuego a un bobmarley y comenta con un asistente una vieja escena de un film de Pasolini titulado Edipo Rey. El teatro se vacía, y los espectadores (técnicos, periodistas, actores, extras -público-, invitados y curiosos) se dispersan. Yo tomé todas las notas que pude adentro del teatro y después fui hasta un bar a seguir escribiendo todas las sensaciones que tuve mientras miraba la filmación. Este texto es el un borrador de un trabajo práctico para la catedra de semiología del arq. Henry Alvarez, que curso actualmente en la carrera de Diseño de Imagen y Sonido. El profesor de semiologia tiene archivado en el departamento de legales de la FADU un sumario adminitrativo relacionado a una denuncia por proxeneta (muy poco creíble para la mayoría de sus alumnos) y también tiene muchos enemigos por razones estrictamente políticas.

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